Publicado 4 May 2024 10:57 | Actualizado 4 May 2024 11:02

La Iglesia española ha propuesto revisar el procedimiento de elección de obispos (con participación de todo el Pueblo de Dios) así como que las mujeres asuman más puestos de responsabilidad a nivel pastoral y ministerial.

Así se recoge en el documento de trabajo ‘Hacia octubre 2024’ publicado este sábado 4 de mayo por la Conferencia Episcopal Española (CEE), con motivo de la celebración Asamblea Sinodal con la que culmina la última parte del proceso en el que se ha trabajado estos años de cara a la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre Sinodalidad, convocada por el Papa Francisco y cuya fase final tendrá lugar en octubre de 2024.

Según explica la CEE, este documento recoge las aportaciones recibidas de 54 diócesis y 20 realidades eclesiales muy diversas (en tamaño y naturaleza), mientras que algunas diócesis han comunicado haber trabajado en la reflexión sobre el Informe de Síntesis ‘Una Iglesia sinodal en misión’ -el documento surgido de la fase anterior celebrada en el Vaticano en 2023- pero, por distintas circunstancias, no han podido enviar su aportación y lo harán probablemente en los próximos días. Además, señala que a la secretaría del Sínodo de la CEE llegaron 21 «buenas prácticas» o experiencias de sinodalidad.

En este sentido, reconoce que la participación en esta fase del proceso ha descendido en número de grupos y de participantes y que deberían valorar cuáles son los motivos: si influyen los plazos de tiempo tan cortos para recibir aportaciones, si hay dificultades de armonizarlo con otras programaciones ya en marcha o si las preguntas estaban claramente formuladas.

Tras la primera fase universal del Sínodo convocado en 2019 por el Papa Francisco, la Santa Sede invitó a todas las diócesis a profundizar en algunos aspectos del Informe de Síntesis a partir de una pregunta orientadora: «¿CÓMO ser una Iglesia sinodal en misión?». «Las aportaciones muestran la enorme pluralidad de nuestra Iglesia y, por eso, resulta muy difícil recoger todos los ricos matices en un breve documento resumen», señala también el documento de trabajo.

En todo caso, señala que es una valoración generalizada la contribución que la mujer da en la transmisión de la fe, en la vida de las comunidades y, al mismo tiempo, la demanda de que sea más escuchada, de que pueda aportar mucho más teniendo en cuenta una realidad femenina muy plural.

«Se considera prioritario su presencia activa en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, en los órganos de participación, formación y decisión, así como asumiendo tareas de responsabilidad a nivel pastoral y ministerial: abrumadora mayoría de presencia de la mujer en la vida de la Iglesia, que no se traduce en visibilidad», añade. Además, plantea revisar el tema del diaconado permanente, como servicio a los más pobres y, en este punto, se propone también reflexionar sobre el posible acceso de la mujer al diaconado.

En cuanto a las iniciativas de participación, además de la revisión de la elección de los obispos, también plantea mayor presencia y participación de los laicos y en especial de las mujeres en la vida de vida de la Iglesia y en sus decisiones; y puesta en funcionamiento de las orientaciones de la CEE sobre los ministerios de lector, acólito y catequista.

En otro punto, el documento recoge la necesidad de revisar el ejercicio de la autoridad, desde el servicio, la corresponsabilidad, la humildad, la sencillez, la cercanía, la caridad, más centrado en los pobres y en la comunidad. «Hacer una reflexión sobre su significado dentro del contexto sinodal y cómo debe entenderse hoy el binomio autoridad/obediencia para no llegar a extremos que provoquen situaciones de abuso de poder o conciencia», añade.

También se pide que los consejos pastorales y económicos (tanto diocesanos como arciprestales y parroquiales) sean obligatorios y no sólo aconsejables, para lo cual habría que reformar el Código de Derecho Canónico; y se considera necesario que se renueven y revisen los ya existentes.

Además, se pide fomentar la renovación y ampliación de sus miembros, y asegurar que en ellos esté representado todo el pueblo de Dios, «superando el clericalismo» y fomentando que los laicos -hombres y mujeres- y la vida consagrada estén presentes asumiendo responsabilidades. Junto a ello, piden asegurar que estos órganos sean deliberativos y decisorios en algunas cuestiones, y no sólo consultivos.

Igualmente, plantea que el pueblo de Dios sea consultado para el nombramiento de determinadas responsabilidades y servicios diocesanos, así como para los cambios de sus pastores.

Por otro lado, piden crecer en apertura y acogida a distintas realidades: jóvenes; sacerdotes secularizados; personas pobres y vulnerables; matrimonios y familias, en cualquier situación que se encuentren; de distintas orientaciones sexuales; inmigrantes y refugiados; personas alejadas de la Iglesia, personas mayores; personas con discapacidad. Igualmente, plantean fomentar y ofrecer formación específica para ejercer estos servicios (como los talleres de escucha o las escuelas de acompañamiento) y dar entidad de ministerio a este servicio.

A su vez, recalca que la Iglesia debe denunciar las causas de la pobreza, ser «valiente» para levantar la voz ante situaciones de injusticia donde no se respete la dignidad de la persona.

«Existe un convencimiento compartido de que hay que descubrir nuevas pobrezas, cambiar nuestra mirada y nuestras actitudes y actuar de forma coordinada. Sin querer agotar las caras de la pobreza que los informes identifican, sí mencionamos algunas de ellas: los inmigrantes, las víctimas de cualquier tipo de explotación o de abuso, los que no disfrutan de un trabajo digno, los ancianos y enfermos solos, todos aquellos que no son acogidos o escuchados, los niños que no llegan a nacer, las personas que no encuentran sentido a su vida», añade.

Entre otros aspectos, el documento recoge también la necesidad de incrementar la comunicación interna y externa así como de llevar la evangelización al mundo digital.

La Iglesia española presentó en junio de 2022 una síntesis final en la que recogía las propuestas de las diferentes diócesis españolas y, por tanto, de los católicos españoles, para el futuro de la Iglesia, y entre ellas, se sugería abrir un diálogo sobre el celibato opcional, la ordenación de casados y el sacerdocio femenino. Este documento ya se envió a Roma.

En febrero de 2023, la Iglesia española publicó otro documento de trabajo en el que volvía a hacer mención al papel de la mujer en la Iglesia, pero sin mencionar el sacerdocio femenino y pedía avanzar hacia una transparencia «total» en relación a los abusos sexuales. También recogía la necesidad de una mayor apertura y acogida hacia personas con diversas situaciones familiares, afectivas o sexuales.

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