INTERNACIONAL

Siria busca su reintegración regional en pleno realineamiento de fuerzas en Oriente Próximo

Archivo - El presidente de Siria, Bashar al Assad
Archivo – El presidente de Siria, Bashar al Assad

Publicado 15 Apr 2023 10:48

Al Assad aprovecha la ‘diplomacia de los terremotos’ y el acercamiento entre Teherán y Riad para volver al escenario internacional

El realineamiento de fuerzas en Oriente Próximo, representado por el acuerdo entre Arabia Saudí e Irán para retomar sus relaciones, tiene entre sus principales actores a Siria, que ha visto cómo numerosos países de la región han empezado a reabrir sus puertas a Damasco tras más de una década de aislamiento en respuesta al estallido de la guerra en 2011.


La firma del acuerdo entre Riad y Teherán, potencias rivales enfrentadas en varias de las guerras en la región, ha supuesto un giro en la zona que ha revelado además un creciente peso en la diplomacia internacional por parte de China, que parece dejar atrás una etapa en la que optaba por mantener una postura de no alineamiento en los principales conflictos.

El acuerdo, firmado en marzo, supuso un varapalo para los intereses estadounidenses en Oriente Próximo, donde cuenta con Arabia Saudí como uno de sus principales aliados, en un momento en el que tanto Estados Unidos como Israel consideran que la amenaza de Teherán aumenta a través de su programa nuclear y su implicación en la región.

De hecho, el pacto llegó en medio de los esfuerzos estadounidenses por incrementar la presión sobre Teherán y después de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tendiera la mano a Riad para normalizar sus relaciones diplomáticas. Así, el acercamiento entre Arabia Saudí e Irán supone un drástico giro en la región, reflejo también del viraje hacia la multipolaridad a nivel internacional.

El acuerdo entre Teherán y Riad –que llega después de que los países del Golfo firmaran el enero de 2021 otro para solucionar la crisis diplomática con Qatar– fue aplaudido por los países de la región al considerar que podría ayudar a reducir las tensiones e incluso acercar la posibilidad de acuerdos de paz en los conflictos activos, algo que se ha materializado en los últimos contactos en Yemen para intentar poner fin a la guerra desatada en 2015.

En este contexto, Arabia Saudí ha sido uno de los principales impulsores de la reintegración regional de Siria –que durante los últimos meses ha retomado contactos con otros países, como Emiratos Árabes Unidos (EAU), Omán y Túnez–, llegando a invitar a Damasco a participar en la cumbre que celebrará el 19 de mayo la Liga Árabe en Yedá.

Los expertos Malik al Abdé y Lars Hauch sostienen en un artículo publicado por el ‘think tank’ Atlantic Council que el reciente giro diplomático se debe a que los gobernantes de los países de la región «están asustados» ante la pujanza de China, el «revanchismo» de Rusia y el peso de Irán. «Además, los aliados de Estados Unidos en la región están perdiendo en todas partes», resaltan, antes de argumentar que estos posicionamientos pretenden mostrar un «compromiso con la neutralidad en una lucha global por el dominio entre dos bloques de poder que consideran como equivalentes desde el punto de vista moral».


POSIBLE VUELTA A LA LIGA ÁRABE

Siria fue expulsado de la Liga Árabe tras el estallido de la guerra en 2011 a causa de la violenta represión de las manifestaciones prodemocráticas en el marco de la llamada ‘Primavera Árabe’, que derivó en un conflicto en el que numerosos países prestaron ayuda a una miríada de grupos rebeldes que combatían a las fuerzas de Bashar al Assad.

Entre los principales apoyos a los rebeldes figuran Arabia Saudí, EAU y Qatar, mientras que Irán respaldó a Al Assad. La intervención militar de Rusia en 2015 provocó un cambio en el campo de batalla y permitió a las tropas gubernamentales recuperar gran parte del territorio perdido, con las líneas de frente estancadas desde hace varios años.

El impulso para la vuelta de Siria a la Liga Árabe cuenta con el respaldo de Arabia Saudí y un apoyo con matices de Egipto. Ambos son aliados de los países occidentales, si bien han mantenido una postura independiente en aspectos de la política regional. Esta postura es interpretada por analistas como un cambio de tercio por parte de países árabes que consideran que una mayor coordinación sería más beneficiosa que los encontronazos con Irán, que mantiene buenas relaciones con Rusia y China.

Sin embargo, existen reticencias a los planes saudíes para restañar las diferencias y volver a acoger a Siria en la Liga Árabe, un plan apoyado por las autoridades emiratíes. Así, fuentes citadas por ‘The Washington Post’ han detallado que Yemen, Marruecos, Kuwait y Qatar rechazan la vuelta de Damasco al organismo, al tiempo que han apuntado que Egipto está mostrando reticencias. Todos estos países piden a Al Assad un proceso político con la oposición de cara a una rehabilitación internacional.

Al Assad no ha mostrado hasta ahora disposición alguna a un cambio político en el país, una posibilidad que parece aún más alejada gracias al apoyo de Irán y Rusia y a la disposición de varios países de la región de reconocer que se mantiene firmemente al frente de Siria, sumido en una profunda crisis y prácticamente devastado por la guerra.

El presidente sirio ha intentado sin embargo acercarse a otras capitales para obtener apoyos y, especialmente, financiación para reflotar la economía siria y empezar la reconstrucción. En este contexto, ha utilizado los terremotos registrados en febrero en el sur de Turquía, que dejaron miles de muertos en el país árabe, como punta de lanza para reclamar fondos y ayuda internacional.


De hecho, las autoridades sirias redoblaron tras los seísmos sus denuncias por el impacto de las sanciones sobre la población y reseñaron que suponen un obstáculo fundamental para apoyar a los civiles, al tiempo que exigieron su retirada y la canalización de la ayuda humanitaria a través de Damasco, que no controla zonas en el noroeste –en manos de los rebeldes– y del noreste –gestionado por las autoridades kurdas–.

CRÍTICAS DE LA PRINCIPAL COALICIÓN OPOSITORA

Ante estos acontecimientos, la Coalición Opositora Siria (SOC) ha reclamado a Arabia Saudí que «reconsidere su postura respecto al régimen criminal» de Al Assad y ha manifestado que la participación del ministro de Exteriores sirio, Faisal Mikdad, en la cumbre en Yedá «enviaría un mensaje profundamente preocupante». «El régimen ha cometido incontables crímenes atroces contra el pueblo sirio y esta decisión aumenta la complejidad de un proceso político ya frágil», ha alertado.

Así, ha recordado que «el régimen de Al Assad nunca ha mostrado un verdadero compromiso con el proceso político y ha obstruido de forma deliberada todos los intentos de aplicar las sanciones de Naciones Unidas», antes de afirmar que «ha recurrido a tácticas atroces» como «el terrorismo» para «reprimir al pueblo sirio, que pide libertad desde hace más de doce años».

La SOC ha hecho hincapié en que «ningún acercamiento al régimen de Al Assad llevará a una solución política, sino que reforzará la autoridad de un criminal de guerra y sólo derivará en más masacres y atrocidades contra el pueblo sirio», por lo que ha hecho un llamamiento «a todo el mundo» para que «cumplan su responsabilidad moral y humana y condenen, castiguen y aíslen a un criminal de guerra».

Por su parte, la organización no gubernamental Human Rights Watch ha pedido «no precipitarse» a la hora de normalizar las relaciones con Siria y ha aseverado que es necesario que Damasco adopte medidas concretas para el regreso de refugiados y desplazados, libere a los detenidos, revele el paradero de desaparecidos y reforme el aparato de seguridad de cara a mejorar la situación de la población.

«Sin una verdadera rendición de cuentas y reforma hay pocos motivos para creer que estas prácticas vayan a detenerse», ha dicho Hiba Zayadin, investigadora de HRW para Oriente Próximo y Norte de África, que ha afirmado que estas reformas son necesarias para «una paz duradera y una Siria próspera tras el conflicto».


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