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Publicado 15 Dec 2025 12:54

· Fuente: Europa Press
¿Poco tiempo? Te resumimos esta noticia y aclaramos las dudas más habituales en un vistazo.

MADRID 15 Dic. –

El ultraderechista José Antonio Kast, en su tercera candidatura, llega a La Moneda tras vencer este domingo en segunda vuelta a la candidata progresista Jeannette Jara, con las mismas promesas que en su día esgrimió el dictador Augusto Pinochet para dar un golpe de Estado: orden, mano dura, valores tradicionales y ese ‘hacer grande al país otra vez’ que abrazan los seguidores del trumpismo.

Se trata de la primera vez que la ultraderecha chilena accede al poder a través de las urnas tras una campaña –estéril políticamente– en la que ambos candidatos han pretendido apelar al miedo del electorado, unos agitando el miedo al comunismo que Jara no encarna a pesar de su militancia, otros el de la dictadura de Pinochet.

La victoria de Kast forma parte de la ola ultraconservadora que viene ocupando América Latina en los últimos años, con algunas excepciones que podrían no ser tales a la espera de elecciones el próximo año en lugares como Brasil o Colombia, o de saber qué sucederá en Venezuela a medida que continúa la presión de un Estados Unidos que promete créditos y ayuda cambio del voto para sus ‘candidatos’.

El desacomplejado seguidor de Pinochet ha logrado hacerse con el voto del descontento de una sociedad chilena que en un 58 por ciento ha apostado por ese ‘gobierno de emergencia’ con el que ha prometido acabar con una elevada sensación de inseguridad que no coincide con las estadísticas de delitos reales, la crisis migratoria y satisfacer las expectativas económicas de la clase media.

No obstante, Kast deberá moderar su discurso –algo que viene haciendo en los últimos años– y rebajar sus expectativas ya que se las verá con un Parlamento bastante equilibrado con el que deberá sentarse a negociar.

Después de su derrota en las presidenciales de 2021, en las que algunas fuerzas de la derecha tradicional llegaron a condicionar su apoyo en la segunda vuelta que le enfrentó al aún presidente, Gabriel Boric, a cambio de compromisos democráticos, Kast ha pretendido sin éxito proyectarse como una figura más moderada.

Sin embargo, su hoja de vida habla por sí sola. El próximo presidente de Chile es hijo de Michael Kast, un nazi con carné del partido, que al igual que otros muchos nazis acabó huyendo a América Latina buscando el refugio que concedían las dictaduras fascistas que entonces oprimían la región.

Kast intentó minimizar el pasado de su padre afirmando que se vio forzado a formar parte del Ejército alemán, una versión que fue desmentida por Associated Press, que publicó la documentación que probaba que el joven Michael se afilió de forma voluntaria y formó parte también de las Juventudes Hitlerianas.

Una vez en Chile, acabó prosperando como muchos otros con ese mismo pasado, oponiéndose a los procesos democráticos, como el de Salvador Allende en Chile, o apoyando a las dictaduras que les dieron cobijo. Otro de sus diez hijos, Miguel, fue uno de los ‘Chicago Boys’ que influyó profundamente en las medidas neoliberales que se impusieron durante la dictadura de Pinochet, durante la que fue también ministro.

En cuanto a Kast, empezó su carrera política siempre bajo el paraguas de fuerzas y mensajes ultraconservadores, pero no fue hasta 2019 junto a otros nostálgicos de la dictadura formó el Partido Republicano. Antes, tuvo tiempo para hacer campaña a favor de mantener a Pinochet en el poder en el referéndum de 1988.

En 2017, cuando aspiraba por primera vez a la Presidencia de Chile llegó a afirmar que si fuera posible votaría por Pinochet. Siempre ha evitado referirse a aquel periodo aciago de la historia chilena –con unas 40.000 víctimas de tortura, prisión, asesinato y desaparición– como dictadura, de la que «cierto aspectos son rescatables», llegó a decir el hoy presidente de Chile.

Entre su ideario también se encuentra su oposición al aborto, al matrimonio entre personas del mismo sexo y ha hecho suya la cruzada ‘trumpista’ contra la inmigración, prometiendo el cierre de fronteras, deportaciones masivas o la creación de un cuerpo policial a la caza del migrante como en Estados Unidos.


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