Velintonia, un refugio en Madrid para la Generación del 27 y las ‘Sinsombrero’ que se convertirá en la Casa de la Poesía

Publicado 13 Jul 2025 09:08

MADRID 13 Jul. –

Hay casas que son lugares. Y hay casas que son literatura. En la calle Vicente Aleixandre número 3, donde antes decía Wellingtonia, hay una que era prácticamente desconocida para muchos madrileños pese a que albergó la mayor parte de la poesía española durante más de medio siglo. «Lo esencial es invisible a los ojos», escribió Saint-Exupéry.

Porque en Velintonia, el que fue hogar del autor Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898 – Madrid, 1984) , se escribió (literalmente) buena parte de la poesía española del siglo XX y este viernes, por primera vez desde que muriera su dueño en 1984, abrió por primera vez sus puertas al público. Lo que encontraron los visitantes fue un lugar lleno de memoria, el mismo donde el poeta escribió gran parte de su obra.

Figura clave de la poesía del siglo XX, Aleixandre fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1933 por ‘La destrucción o el amor’ y nombrado académico de la Real Academia Española en 1949.

Su historia descansa hoy sobre los suelos hidráulicos de la casa, en cada estancia donde se han dispuesto antiguas fotografías y también en el jardín, presidido por el gran cedro del Líbano plantado por el propio escritor en 1940 tras su regreso a la casa una vez finalizada su reconstrucción.

Pero tal y como se ha compartido en una de las visitas, a la que ha asistido Europa Press, Velintonia no era únicamente un oasis para las letras por lo que ocurría abajo, donde Aleixandre recibía a Lorca, a Miguel Hernández, a Gil de Biedma o a Javier Marías. Arriba, también hubo poesía. Mucha. Y fue femenina.

Construida por los padres del poeta en 1927, Velintonia fue habitada por Aleixandre hasta su muerte en 1984, con un paréntesis durante la Guerra Civil. Tras la guerra, se reorganizaron algunas estancias, como es el caso de la biblioteca, donde recibía a todas sus visitas, que pasó a ocupar lo que hasta ese momento era cocina.

Además, Aleixandre se vio obligado a segregar la casa en dos viviendas debido a la precariedad económica y a la destrucción parcial del edificio. Así nació Velintonia 5, alquilada a su amigo Cayetano Alcázar, casado con la escritora Amanda Junquera, pareja a su vez de Carmen Conde, la primera académica de la Real Academia Española (RAE).

Allí se fundó lo que ellas mismas bautizaron como la ‘Academia de Brujas’, un círculo literario femenino que replicaba, aunque de una manera más clandestina, el espacio cultural del número 3. De este modo, la parte superior de la casa también acogió lecturas, tertulias, dramaturgias, críticas literarias y a personalidades como Maruja Mallo, Eulalia Galvarriato, Consuelo Berges y otras muchas de las ‘Sinsombrero’.

Desde un pequeño balcón, Carmen Conde miraba hacia abajo, hacia la entrada del número 3, observaba y tomaba nota. Literalmente. Guardaba un cuaderno de tapas duras donde apuntaba quién venía, a qué hora, cuánto tiempo se quedaba, si era hombre o mujer, joven o mayor. Incluso registraba los amantes del poeta, tanto hombres como mujeres. Años después, ese cuaderno se convirtió en un documento inestimable: un archivo paralelo de la historia literaria del Nobel, contado desde el margen.

Mientras, en el número 3, Aleixandre recibía a todo aquel que llamaba a su puerta y así fue como en Velintonia vivió la poesía española casi al completo: Lorca, Hernández, Cernuda, Neruda, Cela, Montale, Carmen Conde, los novísimos y los jóvenes que llegaban con sus versos doblados en el bolsillo. Todos fueron recibidos, escuchados y alentados con la misma cordialidad.

La casa era un refugio para todos ellos y ellas en pleno franquismo. Un espacio en el que poder expresarse en libertad alejado de la represión y el silencio. Allí se leyeron libros prohibidos, se compartieron ideas disidentes, se dio cobijo a quienes no podían hablar fuera. Velintonia fue, durante décadas, el único lugar de Madrid donde la poesía no necesitaba permiso.

En su dormitorio, hoy localizado en Málaga, Aleixandre escribía muchas veces tumbado en la cama debido a la enfermedad renal que padecía, con una carpeta de cuero entre las piernas y una pluma Pelikan 432. Descubrir el modelo exacto fue posible, según se ha detallado en las visitas, gracias a una foto compartida en un foro.

El poeta, aquejado por su enfermedad, transformó su casa en un lugar abierto, donde el calor del pensamiento y la palabra acogía sin distinción a noveles y consagrados. Neruda la llamó «un santuario mágico de la poesía», y Francisco Brines dijo de Aleixandre que ningún otro poeta «ha ayudado a más poetas desde su contacto humano».

Hoy, ese mismo espíritu es el que se busca proteger y proyectar hacia el futuro. El Boletín Oficial (BOCM) publicó el pasado 27 de junio la incoación del expediente para la declaración de la casa del Nobel de Literatura como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Patrimonio Inmaterial.

La Comunidad de Madrid, que ostenta la propiedad del inmueble tras su compra en subasta por 3,1 millones, busca acondicionar la casa y convertirla en ‘La casa de la Poesía’, un espacio cultural de referencia en homenaje a las Generación del 27 y que sea pieza central de la conmemoración del centenario de este movimiento, así como del 50º aniversario de la concesión del Nobel a Vicente Aleixandre en en año 1977.

El futuro del proyecto pasa por la rehabilitación de las dos partes de Velintonia, el número 3, que será la casa museo dedicada a la vida y obra del poeta, y el número 5, donde se habilitará el archivo de Vicente Aleixandre, un auditorio, despachos y una sala expositiva.

Así, junto a otros espacios como la Casa de Lope de Vega o la Casa Natal de Cervantes, la futura Casa de la Poesía servirá como lugar de estudio, creación y encuentro, con charlas, congresos, talleres y exposiciones en torno a Vicente Aleixandre, su tiempo y su legado.

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