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Publicado 5 Aug 2025 13:15

GUADALAJARA 5 Ago. –

Treinta años después de la terrible riada que un 9 de agosto de 1995 sesgó la vida de diez personas y supuso cuantiosos daños materiales en las localidades de Yebra y Almoguera, ambos municipios alcarreños, unidos entonces por la tragedia, rinden homenaje a las víctimas, a la memoria y al dolor que dejó este terrible suceso, con la muestra de dos documentales inéditos y la exposición ’30 años de la riada’.

Ha sido una de las tragedias más devastadoras que ha marcado sin duda la vida de ambos municipios; un suceso que dejó una huella imborrable en su memoria colectiva y que con esta muestra de unas 200 fotografías y dos documentales que ha realizado Javier Castañón, quiere invitar a recordar desde la emoción a los fallecidos y a reflexionar sobre la importancia de la prevención frente a fenómenos extremos con el fin de que hechos como este no se vuelvan a repetir.

La exposición ’30 años de la riada’, presentada este martes, 5 de agosto, en rueda de prensa, es un proyecto conmemorativo que reúne una selección de más de 200 fotografías y dos documentales con testimonios reales de quienes vivieron aquella tarde del 9 de agosto de 1995, uno sobre lo que ocurrió en Yebra, donde además de los daños materiales se perdieron 10 vidas, y otro sobre las pérdidas en Almoguera.

Una fortísima tormenta de verano, con más de 60 litros por metro cuadrado en menos de una hora, desencadenó una riada devastadora que, en el caso de Yebra, arrasó viviendas, infraestructuras y, lo más doloroso, se cobró la vida de diez personas.

En Almoguera, aunque no hubo víctimas mortales, la destrucción también fue enorme. «Fue un milagro que no se llevara la vida de nadie», reconocen hoy muchos de los testimonios recogidos en los videos, quienes apenas ocho años antes habían vivido otra riada (25 de julio de 1987) que parece que les hizo reaccionar a tiempo ya que muchas de las casas habían crecido una planta más a raíz de aquello.

La muestra, que surge a iniciativa de sendos ayuntamientos, se compone de paneles cronológicos que narran, a través de impactantes imágenes, el avance del agua, sus efectos devastadores sobre viviendas, calles y personas, y el lento proceso de reconstrucción posterior, un proceso que tal y como ha cuantificado el alcalde de Yebra, Juan Pedro Sánchez, ha conllevado una inversión posterior de «unos 2000 millones de las antiguas pesetas».

Más que un recorrido por los hechos y un testimonio del dolor que aún perdura, esta exposición pretende ser un tributo a la fortaleza de dos pueblos que supieron resistir, aprender y reconstruirse; una lección de vida y una firme llamada a la prevención en la historia de dos municipios que aprendieron a reconstruirse sin olvidar.

Para sus regidores, Juan Pedro Sánchez, alcalde de Yebra, y Antonio Barona, alcalde de Almoguera, es también una llamada a la prevención y al aprendizaje. A no olvidar que el agua puede volver, entender que hay decisiones que salvan vidas, como las de no urbanizar en zonas inundables, cuidar los cauces y limpiarlos, proteger el terreno con vegetación, y actuar siempre con previsión.

La exposición, que se podrá ver el mismo día 9 de agosto, a las 13.00 horas, en Almoguera, al igual que el documental, y el día 29 de este mismo mes en Yebra, a las 20.00 horas, ofrece además una dimensión profundamente humana, la de quienes como Sonia o Sergio, pese a su juventud, aún recuerdan la terrible tragedia y sienten como retumba en sus cuerpos y mentes aquella noche en que el cielo se cerró de golpe y el agua lo arrastró todo.

Sonia Torre, que entonces tenía 18 años, recuerda cómo, de repente, en Yebra se hizo de noche. «El agua empezó a salir por los sanitarios sin que aún lloviera de manera brutal. Nos subimos a la barra, luego al tejado. Cuando bajó el nivel, oíamos gritos, gente buscando a sus familiares. Aquello no se olvida. Diez personas en un pueblo tan pequeño. O eran familia o eran amigos», relata.

Sergio Villalba tenía 10 años cuando la riada se llevó todo lo que veía en su camino en Almoguera. En su caso, el miedo de no saber si volvería a ver a su padre, que ese día estaba trabajando en la presa con motivo de un trasvase, le mantuvo en alerta toda la noche.

«No supimos nada de él hasta el día siguiente. Esa noche no dormí. Pensamos que el agua nos arrastraría cuando entró en la primera planta de mi casa. Vi coches flotando y recuerdo que cuando apareció mi padre, lloramos y dormimos abrazados toda la mañana».

Las fotografías fueron tomadas por el fotoperiodista Javier Castañón apenas dos días después de la tragedia y hoy constituyen un testimonio gráfico único que se ve enriquecido por el material audiovisual aportado desde el archivo de la Diputación de Guadalajara y del Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica de Guadalajara (Cefihgu), que han cedido valiosas imágenes de vídeo utilizadas en los documentales.

Por lo que respecta al documental, se trata de dos piezas audiovisuales realizadas con mucho respeto y que recogen los testimonios directos de vecinos, son las memoria viva de estos municipios.

Durante la presentación, los alcaldes de ambas localidades han compartido la misma mirada constructiva sobre la tragedia, la de la memoria como herramienta para proteger el futuro.

Juan Pedro Sánchez, alcalde de Yebra, recuerda que «diez personas perdieron la vida y el pueblo entero quedó marcado para siempre. La exposición y el vídeo recogen testimonios reales, valientes, llenos de humanidad. Palabras e imágenes que nos emocionan, que nos enseñan».

«Lo que vivimos aquel día no se puede borrar, pero sí podemos aprender. Hoy, Yebra es un pueblo más preparado, más unido, más consciente. Que estas imágenes y documentales sirvan para que nunca más tengamos que sufrir una tragedia así. Que el recuerdo de las víctimas sea siempre una guía», añade.

Por su parte, Antonio Barona, alcalde de Almoguera, destaca que «el agua arrasó calles, casas y recuerdos, pero no se llevó ninguna vida, y eso fue posible gracias a lo aprendido en la riada del 87.

«La naturaleza habla, y debemos escucharla. Almoguera es hoy un ejemplo de resiliencia. Pero no olvidamos. Y por eso compartimos esta memoria. Para que lo vivido no se repita. Para que el dolor de ayer nos sirva para construir un mañana más seguro y consciente», afirma.

Ambos regidores coincidieron también en agradecer el trabajo de las dos corporaciones municipales que afrontaron con entereza las consecuencias de aquel desastre así como la Diputación de Guadalajara, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Gobierno de España, por su contribución en la reparación de los daños. También agradecen la participación del Ejército, Cruz Roja, Protección Civil, Guardia Civil y equipos de emergencia desplegados.

Hoy, Yebra y Almoguera son dos pueblos unidos que comparten esta memoria, una exposición que previsiblemente será itinerante en el resto de la provincia y de la que se espera extraer una lección para tratar de evitar que una tragedia como esta se vuelva a ocurrir. Quieren que las generaciones futuras aprendan de ello.

En sendos pueblos, todavía, los más mayores recuerdan con cierta psicosis lo que pasó hace tres décadas, algo que los chavales de hoy no conocen.

No obstante, sus alcaldes reconocen que aunque se trata de zonas inundables, a raíz de estos hechos, las administraciones cometieron obras de una gran importancia por valor de «unos 2000 millones de las antiguas pesetas -afirma el alcalde de Yebra-«, que harían muy difícil que hoy pudiera acontecer algo similar a lo que pasó ese 9 de agosto de 1995.

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