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Publicado 20 Oct 2025 13:06

Cáritas Diocesana de Ciudad Real atendió en 2024 a 578 personas sin hogar, de las que 546 han recibido atención en alguno de los dos centros con los que Cáritas cuenta en la provincia para la atención a personas en situación de exclusión residencial.

Así lo han dado a conocer este lunes la directora de Cáritas Diocesana Ciudad Real, Concepción Aranguren; la directora de Cáritas Interparroquial de Ciudad Real, Elsa Alcázar, y la coordinadora del Área de Inclusión, Carmen Pilar Burillo, durante la presentación de la campaña ‘Nadie sin hogar’ que impulsa la entidad en este 2025.

Bajo el lema ‘Sin techos, pero con sueños’, la campaña de este año busca sensibilizar a la sociedad sobre la realidad de las personas sin hogar y promover una reflexión colectiva sobre las causas estructurales que originan esta situación.

La directora de Cáritas Diocesana ha explicado que, desde el Centro Jericó, ubicado en la capital, se da respuesta a quienes carecen de vivienda, «acogiéndolos y motivándolos para iniciar proyectos de recuperación social».

Aranguren ha recordado que las personas sin hogar «son como nosotros, con sueños, con emociones y con desafíos», aunque a menudo se enfrentan a «una profunda crisis emocional». Por ello, ha pedido reflexionar y comprender este problema más allá de los prejuicios.

La coordinadora del Área de Inclusión ha detallado que Cáritas cuenta con dos recursos principales en la provincia: el Centro Jericó en Ciudad Real y la Casa de Abraham en Daimiel. En ellos se ofrece una atención integral que abarca tanto la cobertura de necesidades básicas como la promoción personal y laboral.

«El primer paso se da en Jericó, donde se trabaja la atención asistencial, y el segundo en la Casa de Abraham, donde se impulsa la inserción laboral y social», ha explicado Burillo.

Además, la organización dispone de una vivienda de autonomía para que cuatro personas que han completado su proceso puedan continuar su camino hacia el empleo y la independencia personal.

Burillo ha subrayado que, pese a los esfuerzos y avances, «el sinhogarismo no depende solo de las personas que lo sufren», sino de factores económicos y sociales que requieren la implicación de toda la comunidad.

Ángel León, de 57 años, ha querido compartir su testimonio como ejemplo de superación y de la ayuda que Cáritas ofrece a las personas sin hogar.

La vida de Ángel cambió por completo tras perder su empleo de manera repentina, un golpe que, como él mismo ha reconocido, le llevó a una profunda depresión y al consumo de alcohol.

«Mi estado de ánimo iba en picado. Ante esta montaña de sinsentidos camuflé mi estado en la bebida, consiguiendo aletargarme más. Cada vez era más sofá y sofá, hasta que me quedé sin dinero y acabé en la calle», ha relatado.

León recuerda aquellos días como una etapa «muy dura», en la que la calle «te vuelve invisible, te nubla cualquiera de tus necesidades y no sabes ni cómo ni a quién pedir ayuda».

Pero su historia dio un giro cuando alguien le habló del Centro Jericó, donde decidió acudir «y empezar a ver la luz al final del túnel». Allí, asegura, aprendió a dejar el alcohol y a recuperar la confianza.

Tras dos meses y medio en Jericó, fue derivado a la Casa de Abraham en Daimiel, donde lleva año y medio y donde su vida ha «cambiado completamente».

Reconoce que no fue fácil adaptarse, pero destaca el acompañamiento constante del equipo. «Las veces que intenté irme, las trabajadoras me tiraban de las orejas para no abandonar. Me han convencido».

Hoy, Ángel está en búsqueda activa de empleo y agradece a Cáritas «por hacernos más visibles de lo poco que somos».

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