Alumnas del Alfonso VIII de Cuenca cosechan un título nacional por su idea para remozar el antiguo apeadero de Cardenete

Publicado 28 Jun 2025 11:29

Con el acompañamiento de la profesora Lucía Sánchez, se encumbran en la Olimpiada Nacional de Ingeniería en Edificación

Hannah Barritt, Judit Escamilla, Alba Gutiérrez, Paula Martínez y Natalia Martínez son los nombres detrás de un proyecto arquitectónico y de rehabilitación que ha sido merecedor de la máxima distinción de la V Olimpiada de Ingeniería en la Edificación de Arquitectura Técnica, una propuesta ideada en las aulas del instituto Alfonso VIII de la capital conquense y que, con el antiguo apeadero de la vía de tren convencional de La Gramedosa a su paso por Cardenete han conseguido una distinción nacional que ha refrendado la calidad de su idea.

Un trabajo interdisciplinar con el que las cinco jóvenes estudiantes han planteado reutilizar el inmueble aprovechando no solo sus características técnicas sino además el privilegiado entorno natural en el que se ubica para instalar una propuesta que sirva a paisanos y visitantes, para así fijar población, crear empleo y potenciar esta zona del sur de Cuenca, dentro del mapa de la España Vaciada.

La sostenibilidad, la eficiencia y la accesibilidad han conformado la imagen de marca de un proyecto con el que este equipo, que ha estado acompañado por la profesora Lucía Sánchez, se ha colocado como el mejor de todos los participantes de una olimpiada nacional.

Tal y como explica Paula Martínez, la idea era darle contenido con varias actividades que llegaran a clientes potenciales de todas las edades. Una cafetería en la planta baja, una recepción como punto informativo sobre las opciones del entorno a una biblioteca forman parte de la oferta.

A esto hay que sumar un gimnasia y sala de yoga, junto a una sala de relax; a lo que hay que sumar el torreón de la segunda planta, que cogería forma de «sala de proyecciones» o lugar para charlas y coloquios.

Una oferta que podría ser atractiva, tal y como defiende, para visitantes pero también para vecinos de la zona.

Para Paula, es importante «mantener el edificio» en su entorno de Cardenete, ya que serviría en parte para conseguir retener población gracias a estas instalaciones. «Es importante tener estos servicios que antes no se tenían para que la gente no se vaya», considera la alumna.

En cuanto al exterior, estanque, terraza y un amplio jardín completan la oferta, según explica Natalia Martínez. El almacén podría reconvertirse en espacio de sombra semiabierto, para lo cual solo necesitaría cambiar la cubierta.

A todo esto se puede añadir la propuesta de crear rutas verdes para senderistas o ciclistas; sumando a esto que la antigua casa de baños mantendría su uso. Como guinda, las alumnas plantean colocar al apeadero de La Gramedosa como enclave de observación de cielos nocturnos dentro de la propuesta Starlight desplegada por toda la Comunidad Autónoma, algo que sería posible por su nula contaminación lumínica.

Salvaescaleras, pavimentos táctiles, señalética en braille o pictogramas, además de escalones diáfanos son algunos de los elementos incorporados en el proyecto para mejorar la accesibilidad, tal y como apunta Judit Escamilla.

Un edificio que además sería autosuficiente, por lo cual Escamilla reivindica ante las instituciones públicas que tengan en cuenta un proyecto como éste como propuesta sostenible de cara a fortalecer la España Vaciada.

En el trabajo, las chicas se han regido por una línea infranqueable que pasaba por dar forma a un edificio sostenible. Ventanas con cerramientos al vacío, puertas de madera, una fosa séptica para tratar deshechos de forma más eficiente, además de la utilización de energía solar y eólica, conforman un edificio «autosuficiente».

Aprovechar la geotermia para calefactar el espacio y tratar el agua de lluvia son dos aspectos más que las estudiantes han apuntalado en su trabajo.

Todo ello bajo un sello de economía circular que les ha llevado incluso a buscar los materiales sostenibles en el entorno, confiando para ella en empresas de la misma provincia.

Hanna Barrit, de su lado, apunta cómo el entorno del edificio donde se actuaría ofrece un catálogo de actividades turísticas. «Hay muchos recursos naturales, desde las Hoces del Cabriel hasta las pinturas rupestres de Villar del Humo», algo que proporciona «calma y paz» a los alrededores.

En su trabajo de investigación, han detectado apeaderos muy parecidos y similares entre ellos, todos ellos obra del arquitecto Secundino Zuazo, por lo que plantea crear sinergias con proyectos similares en los otros inmuebles.

Más allá de Cardenete, ha recordado que otras localidades de la comarca podrían verse beneficiadas por colocar a La Gramedosa como foco de atracción, como es el caso de los municipios de Arguisuelas o de Carboneras de Guadazaón.

Barrit ha hablado del proceso creativo a diez manos con sus compañeras. «Teníamos claras las ideas, siempre pensando en la sostenibilidad y accesibilidad», apunta, si bien admite alguna discrepancia en la lluvia de ideas que al final se solventó dando forma a este proyecto merecedor de un premio nacional.

Las cinco alumnas explican que su participación nació de su interés por el dibujo técnico, por lo que aceptaron el reto que lanzó la profesora. «Pusimos ideas en común y quisimos darle al apeadero forma de espacio multifuncional que sirviese a jóvenes y adultos de todas partes», detallan, añadiendo la importancia de sostenibilidad, accesibilidad y autosuficiencia como valores indiscutibles de su proyecto. Con todo, admiten que ser merecedoras del premio nacional les ha venido «por sorpresa». «Ninguna pensaba llegar tan lejos».

En una carrera estudiantil que ya se acerca a la universidad, todas ellas tienen claro que la ingeniería o la arquitectura será el camino a elegir, por lo cual, aseguran, un proyecto como éste les ha ayudado bastante a allanar su intinerario lectivo.

La profesora, Lucía Sánchez, ha querido destacar el trabajo realizado por las cinco alumnas, quienes han hecho un esfuerzo extra para encajar su labor en el proyecto con el resto de sus obligaciones escolares.

«El día que dieron el premio nacional, nos contectamos todos para ver quién ganaba… y ver el resultado fue muy emocionante», rememora la maestra, quien agrega que las propias alumnas ya tenían un interés previo en participar en este certamen.

Con estos trabajos, considera, el alumnado detecta cómo los conocimientos adquiridos sirven para aplicarlos a la vida real. «Para eso sirven estas cosas, y creo que ha servido», asevera.

También el director del centro, Ángel Luis Navarro, ha querido mostrar el orgullo por sus alumnas y por su profesora. «Mucha satisfacción, esto pone en valor el trabajo de compañeros, de alumnos y del propio centro y es muy relevante», celebra.

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