Los escándalos de corrupción en Ucrania ponen a prueba un hipotético futuro de posguerra junto a la UE

Publicado 1 Dec 2025 09:25

· Fuente: Europa Press

Zelenski se multiplica para atajar la crisis en un momento crítico de las negociaciones de paz, bajo las bombas rusas y a las puertas del invierno

La llamada Operación Midas, la macroinvestigación emprendida desde hace más de un año por los dos principales organismos anticorrupción de Ucrania, se ha llevado por delante este pasado viernes a la segunda figura más importante del Gobierno del país: el asesor presidencial Andri Yermak, cuya dimisión forzada fue reivindicada en cierto modo por su único superior, el presidente Volodimir Zelenski, como un claro ejemplo de que Ucrania, en paralelo a su esfuerzo de guerra, está cumpliendo con las expectativas depositadas por la Unión Europa con vistas a una posible adhesión, clave para consolidar su seguridad económica en un escenario de posguerra con Rusia.

Desde otro punto de vista, sin embargo, la dimisión de Yermak es el último episodio de un largo tira y afloja entre Kiev y Bruselas, que este pasado verano tuvo que usar mano dura para que Zelenski no se inmiscuyera en la labor de las dos agencias: la Oficina Nacional Anticorrupción de Ucrania (NABU) y la Fiscalía Especializada Anticorrupción (SAPO), cuya creación fue uno de los requisitos establecidos por la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional para la liberalización de visados de Ucrania con la UE.

Prueba de ello fue cuando, en julio, Zelenski se vio obligado a rectificar una ley para limitar las competencias de ambos organismos. El presidente esgrimió como argumento que estaba intentando eliminar la filtración de elementos prorrusos en ambas organizaciones. Bruselas no le compró la versión y procedió a paralizar 1.700 millones de euros en concepto de ayuda. Zelenski, acuciado también por las protestas callejeras más intensas desde el principio de la guerra con Rusia en respuesta a la apresurada aprobación de la ley, acabó dando marcha atrás, comprometido públicamente con la llegada a buen puerto de un amplio paquete de reformas anticorrupción.

Pero Ucrania está en guerra y la dimisión de Yermak no ha podido ocurrir en peor momento para Zelenski porque, además de su asesor, ha perdido a su jefe negociador cuando tiene delante suya una propuesta de paz, negociada entre Washington y Moscú, muy difícil de digerir porque implica admitir la pérdida de territorios a cambio de garantías de seguridad de las potencias occidentales.

Bruselas está intentando meter la cabeza en este proceso, donde todavía nada es seguro, y este último escándalo representa una fricción que no conviene ni a Ucrania ni a la UE. Kiev perdería al gran socio europeo, y Bruselas vería cómo Ucrania se queda en tierra de nadie, a la polarización abierta de 2014: el germen precisamente de la batalla actual.

«Nuestra relación con las autoridades ucranianas es bastante honesta en lo que a los requisitos se refiere», mencionó el comisario europeo de Justicia, Michael McGrath, en una reciente entrevista con Politico. «Todos los países que se unan a la Unión Europea tienen que cumplir un estándar legal. De lo contrario, no recibirán ningún tipo de apoyo en su proceso de adhesión», avisó, antes de matizar que, el proceso de reforma anticorrupción en Ucrania es «un viaje» y que Kiev está haciendo «los mejores esfuerzos posibles».

El caso es que la Operación Midas no ha terminado y sigue estrechamente vinculada a una cuestión especialmente sensible en Ucrania como es su reserva energética, impresicindible ante la llegada del invierno en tiempo de guerra.

La investigación se refiere al soborno a gran escala en el sector energético de Ucrania durante la guerra ruso-ucraniana en un entramado que tiene como cabecilla a quien fuera un aliado muy próximo al presidente de Ucrania: Timur Mindich, copropietario de Kvartal 95, una productora fundada por Zelenski antes de convertirse en el líder del país. Mindich, según la investigación, ejercía como máximo responsable de un entramado que cobraba sobornos a los contratistas de Energoatom, la principal operadora estatal de las plantas nucleares del país.

Concretamente y según informó la NABU en su momento, esta trama blanqueó fondos por valor aproximado de unos 90 millones de euros. Como número dos de Zelenski, Yermak guardaba estrechos vínculos con algunos de los implicados: los ahora dimitidos ministros ucranianos de Energía y Justicia, Svitlana Grinchuk y Herman Galushchenko. Mindich abandonó el país el 9 de noviembre, solo horas antes de que la NABU entrara en su domicilio para registrarlo, según fuentes del ‘Ukrainska Pravda’.

«Hoy no es momento de que nadie dude sobre Ucrania», proclamó Zelenski horas después de la dimisión de Yermak. El presidente ha asegurado que está impulsando ahora mismo otra nueva reforma integral, la de la estructura de concesiones de contratos en el sistema energético, para seguir despejando las dudas de Bruselas. Yermak, por su parte, ha reivindicado su inocencia y asegurado que su primera decisión, explicó al diario estadounidense ‘New York Post’ es la de «marcharse al frente» para que su esfuerzo de guerra termine de limpiar un nombre que «ha sido profanado».

La crisis no tiene de momento final a la vista y la guerra con Rusia, una vez más, lo condiciona todo: uno de los acusados en el escándalo actual es un antiguo asesor del que fuera durante mucho tiempo el director de Energoatom, Andrei Derkach, ahora desertor y miembro de la cámara alta del parlamento ruso, el Consejo de la Federación. Tal es la sospecha de la sombra rusa, que tres facciones opositoras en el parlamento -representantes de los partidos Solidaridad Europea, Holos y Patria- están exigiendo directamente la dimisión del Gobierno entero y su reemplazo por un gabinete de «unidad nacional» con participación de la oposición.

Exigieron en su momento la dimisión de Yermak y ganaron, como recuerdan los expertos del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. A Zelenski solo le falta que, como apuntan igualmente estos expertos, el propio partido del presidente, Siervo del Pueblo, se apreste a respaldar estas demandas, en lo que podría suponer un golpe ya insostenible para el mandatario, a las puertas de un nuevo y durísimo invierno.


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