Irán sopesa responder a la amenaza de sanciones con su salida del TNP, pilar internacional de la no proliferación

Publicado 3 Sep 2025 10:19

El Parlamento iraní tiene entre manos un proyecto para abandonar el acuerdo, ratificado por Teherán en 1970, tras las acciones del E3

Las crecientes tensiones en torno al programa nuclear de Irán, que alcanzaron su punto máximo con la ofensiva lanzada en junio por Israel contra el país centroasiático, viven en los últimos días un nuevo repunte a causa del proyecto que sopesa el Parlamento de Irán para abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) en respuesta a la medida de varios países occidentales para reactivar las sanciones internacionales contra Teherán anuladas a raíz del histórico acuerdo de 2015.

El proyecto, presentado la semana pasada ante el organismo legislativo iraní, contempla un total de tres puntos, según el diputado Alí Hayi Deligani, entre ellos la retirada del TNP y su protocolo adicional, la suspensión de cualquier negociación con Estados Unidos y los países del E3 y el fin de la cooperación con el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), una agencia con la que Teherán mantiene unas relaciones muy tensas a raíz de la citada ofensiva israelí, desatada un día después de una resolución de condena por parte del organismo internacional.

Así, el texto se suma a la postura adoptada por las autoridades de Irán de reducir sus compromisos internacionales en materia nuclear ante lo que describe como intentos por parte de la comunidad internacional para socavar sus derechos en este campo, especialmente después de que Estados Unidos se retirara en 2018 de forma unilateral del acuerdo alcanzado tres años antes, que introdujo numerosas restricciones a las actividades nucleares iraníes e impuso un exhaustivo régimen de inspecciones.

La retirada de Washington llevó a Teherán a reducir parte de sus compromisos con el pacto de 2015 –alegando que serían pasos reversibles si Estados Unidos volvía al acuerdo–, lo que provocó un aumento de las preocupaciones en Occidente por el supuesto plano militar del programa nuclear, algo siempre rechazado por Irán, que acusa al E3 –integrado por Reino Unido, Francia y Alemania– de instrumentalizar el texto en beneficio de Israel.

La situación llegó a su culmen con una resolución aprobada el 12 de junio por la Junta de Gobernadores del OIEA tras ser presentada por el E3 y Estados Unidos, que supuso la primera condena directa a Irán por su programa nuclear en 20 años y que, según Teherán, dio paso a la ofensiva desatada un día después por Israel, a la que se sumó Washington con bombardeos contra tres instalaciones nucleares.

El conflicto, que duró doce días y dejó más de mil muertos en Irán, llevó a Teherán a cargar contra el OIEA y a suspender su cooperación con el organismo a raíz de una ley aprobada por el Parlamento, que dejó el asunto en manos del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, que la semana pasada dio luz verde al retorno de un primer equipo de inspectores de la agencia, si bien por ahora no hay un nuevo acuerdo de cooperación.

A pesar de este acercamiento, la decisión del E3 de iniciar el proceso de reimposición de sanciones contra Teherán en el marco del mecanismo conocido como ‘snapback’ ha provocado una oleada de críticas desde Teherán y un nuevo paso, en este caso la posible retirada del TNP, si bien el país ha defendido en todo momento que no busca hacerse con armamento nuclear, algo prohibido por una ‘fatua’ de su líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.

Irán firmó en 1968 el TNP, un acuerdo que ratificó en 1970, aún durante el régimen del sha Reza Pahlavi, derrocado en 1979 durante la Revolución Islámica, que llevó al poder a la actual cúpula religiosa bajo la batuta del ayatolá Ruholá Jomeini, sustituido en el cargo en 1989 por Jamenei tras su fallecimiento.

Tras la ratificación del acuerdo, el sha impulsó el programa nuclear de Teherán y estableció la Organización para la Energía Nuclear de Irán (OIEA), siempre bajo el compromiso de no desarrollar armamento nuclear, algo que desde entonces han mantenido las autoridades de la República Islámica, a pesar de las dudas expresadas en este sentido por Israel y los principales rivales occidentales de Irán, encabezados por Estados Unidos.

El TNP, que cuenta con 191 Estados parte –entre los que no figura Israel– es considerado como la piedra angular de los esfuerzos para evitar el desarrollo y expansión de armas nucleares y fomentar la cooperación en lo relativo al uso pacífico de la energía nuclear, así como para promover el desarme a nivel internacional, después de abrirse a las firmas en 1968 y ser prorrogado de forma indefinida en mayo de 1995.

Así, los países que no cuentan con armamento nuclear y que han firmado el tratado se han comprometido a no desarrollarlo ni a adquirir de otra forma armas nucleares y otros dispositivos nucleares explosivos, algo que incluye el hecho de que el OIEA cuente con las principales responsabilidades de verificación en este sentido, lo que pasa por acuerdos de salvaguardias por parte de cada uno de los Estados firmantes a tal fin.

El TNP vio la luz como resultado de la propuesta ‘Átomos para la paz’, presentada en 1953 por el entonces presidente estadounidense Dwight Eisenhower, ante la Asamblea General de Naciones Unidas apelando a la creación de un organismo internacional para difundir el uso de la energía nuclear con fines pacíficos y evitar el desarrollo de armas nucleares por parte de otros países, lo que derivó en el surgimiento en 1957 de la OIEA.

Por ello, cualquier retirada de un país del TNP supone un motivo de preocupación para la comunidad internacional debido a que dañaría el régimen de inspecciones y podría suponer un paso hacia el desarrollo de estas armas, si bien Teherán ha indicado en todo momento que no es su objetivo y ha cargado contra sus críticos por no mantener esta misma postura hacia Israel, que no es parte del pacto y que sí cuenta con este armamento, siendo el único país de Oriente Próximo con estas capacidades militares.

Sin embargo, por el momento existen dudas sobre si las autoridades iraníes buscan realmente ratificar esta salida del TNP o si es parte de un proceso político para intentar contar con alguna moneda de cambio de cara a reiniciar las conversaciones nucleares, especialmente las que mantenía de forma indirecta con Washington antes de la ofensiva militar de Israel, que dio al traste con el proceso y llevó a Teherán a acusar a Washington de actuar de mala fe y usar la mesa de negociaciones como una cobertura para estos ataques.

En este sentido, el hecho de que el proyecto de ley contemple el fin de las conversaciones con Estados Unidos y los países del E3, a los que Teherán acusa directamente de someterse a la voluntad de Washington desde 2018, incluida la ausencia de medidas para compensar los incumplimientos estadounidenses y mantener a flote el acuerdo, podría suponer un duro golpe a las aspiraciones de lograr un acuerdo negociado.

Así, también quedaría por ver el impacto real de la aprobación de la medida, ya que la decisión adoptada por el Parlamento de Irán suspendiendo la cooperación con el OIEA derivó posteriormente en que esta carpeta pasara a manos del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, que ha encabezado un proceso de contactos con la agencia que permitió la vuelta de algunos inspectores y sigue en negociaciones con el organismo para restablecer la cooperación.

Por contra, el hecho de que el E3 anunciara la reactivación del proceso para reimponer las sanciones a través del ‘snapback’ un día después de la vuelta de estos inspectores ha generado un gran malestar en Irán y sus principales aliados, Rusia y China, que consideran que el paso es un intento de sabotear los esfuerzos diplomáticos y que acusan a los países occidentales de intentar apropiarse la interpretación de la resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU, que refrendó el acuerdo de 2015.

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