Negocios que se reinventaron tras la dana para sobrevivir: «Cuando sabes hacer algo y tu vida es eso, tienes que seguir»

Publicado 28 Oct 2025 12:11

· Fuente: Europa Press

VALÈNCIA, 28 Oct. –

El día de la dana del 29 de octubre del año pasado, el modo de vida de miles de vecinos en la ‘zona cero’ de la dana de Valencia quedó truncado. Desde negocios con décadas de historia legados de padres a hijos a nuevos proyectos que despegaban, todos pararon para sacar el lodo.

Un año después, muchas pequeñas tiendas han regresado en locales nuevos, han aprovechado el parón para modernizar su establecimiento o han repensado su actividad con una nueva oferta para sus vecinos. Unos vecinos cuyo apoyo les animó a no cerrar, seguir y reinventarse, según destacan todos los empresarios en las historias recopiladas por Europa Press con motivo del aniversario de la dana.

Uno de estos casos es el de Nawal Sabrí, una repostera que, junto a su marido, regentaba desde hacía tres años un horno tradicional con 35 años de historia ubicado el Parque Alcosa de Alfafar.

Tras el paso de la dana, tal y como cuenta Sabrí, el horno quedó «completamente destrozado» y, aunque en un primer momento, cuando todavía estaba en «shock», el mundo se le vino encima y pensó que «no iba a poder salir adelante», gracias al apoyo de los vecinos del barrio decidió continuar y darle «una nueva vida» a su local.

De este modo, puso en marcha una idea que ya antes de la tragedia tenía en mente: convertir el antiguo horno en una cafetería-pastelería donde los vecinos pudieran pasar la tarde y disfrutar de productos más modernos sin tener que desplazarse a la ciudad.

«Yo creo que hacía falta algo así para el barrio, para que los vecinos tuvieran un sitio bonito, porque el Parque Alcosa tenía los bares típicos de toda la vida pero no un sitio así donde las familias pudieran pasar la tarde con los niños», ha señalado.

Un año después de la dana, la repostera hace balance y considera que ha tomado la decisión «correcta» volviendo a empezar de cero su negocio. «La gente me llama valiente por hacerlo en una zona que puede volver a inundarse pero yo no soy una persona negativa y pienso que lo que tenga que pasar, pasará», ha apuntado.

Sabrí cree que la dana la ha unido más a los vecinos. «Ahora esa distancia del mostrador ya no existe. Soy una más de ellos y yo me siento muy afortunada y muy orgullosa de estar aquí, y eso no se paga con dinero», ha sostenido. «El miedo existirá siempre en el corazón pero hay que dejarlo a un lado y pensar en lo demás porque hacen falta negocios para el barrio», ha incidido.

En Picanya, la dana obligó a «tirar todo» en la Ferretería Moreno, donde hoy siguen trabajando cinco personas. Su responsable, Elena Moreno, ha explicado que «no quedó absolutamente nada». Hubo que vaciarla entera, limpiar, pintar, asegurar ventanales y volver a llenarla de mercancía», ha explicado. De gran parte del trabajo se encargó el propio equipo de la ferretería porque «los dos primeros meses después de la dana no había profesionales».

«Ya no íbamos a empezar como una ferretería antigua, que llevaba 44 años. La montamos con un aspecto más moderno, más abierta, con los expositores muy accesibles para que el público pudiera ver y tocar los productos», ha comentado Elena Moreno, antes de apuntar que la idea de renovar el negocio ya existía antes de la barrancada, «pero era inviable con una ferretería de más de 25.000 artículos». «Fue una idea tomada en un momento muy difícil, pero con la felicitación de los clientes nos sentimos orgullosos», ha destacado.

La empresaria ha destacado el apoyo de la asociación de comercios del municipio, Aepi, y del propio sector. «Nos servían mercancía a diario cuando ni el transporte podía llegar». Además, hubo «muchísimos voluntarios que vinieron a ayudar de forma totalmente altruista». En cambio, para ella, las administraciones llegaron «mal y tarde».

«No nos planteamos cerrar nunca», ha asegurado Elena, que se emociona al explicar: «Esto es una empresa familiar que montaron mis padres. Cuando sabes hacer algo y tu vida es eso, tienes que seguir adelante, no tienes otra opción». Para ella «ha sido un proceso muy duro». «Hemos pasado un duelo a la vez que hemos tenido que tirar adelante en unas situaciones muy difíciles», ha lamentado.

Elena Moreno es cauta ante el futuro: «Al principio sí que mejoraron las ventas, éramos de los pocos que habíamos vuelto, pero cuando vuelva la normalidad no sabemos la repercusión total que ha tenido la dana en nosotros».

Rafa Selví es la cuarta generación de pasteleros al frente de Selví Horno y Pastelería, en Aldaia, un establecimiento con siete décadas de historia del que tomó las riendas en 2024. «El negocio iba bien, pero cuando llegó la dana la cuenta bancaria y relacionados no estaban preparados para afrontar todos esos gastos», ha explicado.

Entre limpieza y retirada de máquinas, y con grandes daños en el obrador, los Selví impulsaron un crowdfunding con el que recaudaron cerca de 20.000 euros. Compañeros del sector les facilitaron el contacto con proveedores y un obrador donde trabajar.

Selví Horno y Pastelería quiere volver con fuerzas renovadas: «Si una parte positiva tiene todo este tiempo que hemos estado parados es que hemos podido pensar. Sin perder la esencia de la pastelería, que es un sitio de tradición y muy artesanal, queremos hacer del local algo dinámico, que cada vez que entre haya una novedad, hacer concursos, cursillos, lo que sea para darle un poquito más de vida y estar más cerca del pueblo».

Su objetivo es reabrir en el aniversario de la dana con una fiesta que les ayude a «cerrar una etapa», aunque quizás las obras lleven unos días más. «Es un negocio donde ha trabajado mi padre toda la vida y se merece ahora volver a abrir y seguir a la marcha. Es donde trabaja toda mi familia y es mi medio de vida», ha dicho.

Vicente Carcelén es responsable de Carcelén Flors&Events, una floristería de Aldaia con tres décadas de historia que ha reabierto sus puertas en un nuevo local, en frente del anterior que quedó arrasado. «La dana se lo llevó todo por delante, en plena campaña de Todos los Santos, cuando tenía la tienda hasta arriba de género». Estaba de alquiler y, según relata, el dueño del local no quería ni bajarle el alquiler para que pudiese afrontar él las reformas ni ayudarle a reparar.

Ahora ha abierto en un local «pequeñito», muy cerca del anterior, que le ha facilitado una vecina, aunque aún se enfrenta a las deudas con proveedores y el negocio arrastra las secuelas. Sobre el presente y futuro, Vicente Carcelén ha asegurado: «No nos hemos recuperado». Siente «incertidumbre, un poco de miedo porque no están las obras hechas y decepción con la clase política porque no ha estado a la altura».

Ángeles Jerusalén, al frente de Lencería Ángeles en Paiporta, asegura que la dana sigue presente cada día en su tienda: «Intentamos olvidarla, pero aquí, detrás del mostrador, se recuerda todos los días». Ella trabaja sola y el día 29 de octubre se encontraba en la tienda. «Si no me avisa la vecina de la lotería, me hubiese quedado aquí porque yo no me enteré de nada».

Ángeles reabrió en diciembre, apenas con un mostrador, dos estanterías de metal y el poco género que podía conseguir, porque muchos de sus proveedores se ubican en la zona dana. «Abrazos y besos ha habido a montones», recuerda. Después cerró durante verano para acabar de acondicionar el local. «Nos ha costado un poquito tirar para adelante y menos mal que hemos tenido ayudas y, gracias a eso, muchos hemos podido seguir levantando la persiana», ha comentado. Cree que «en la calle falta mucho» para la recuperación. Además, «en el momento que cae una gota temblamos todos», ha reconocido.

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