Guerín aborda «la ambición de la universalidad» a partir de lo «pequeñito» en ‘Historias del buen valle’

Publicado 25 Sep 2025 17:24

Confiesa que su «limitación» es que sólo sabe filmar «a través del afecto», porque para él «hacer cine es una manera de tender puentes»

SAN SEBASTIÁN, 25 Sep. –

El cineasta José Luis Guerín aborda «la ambición de la universalidad» a partir de algo «pequeñito», como es el barrio periférico de Barcelona Vallbona, que, sin embargo, «puede contener las grandes metáforas del mundo» y al cual ha tratado de «visibilizar», en su última película, ‘Historias del buen valle’, que presenta en la 73 edición del Festival de Cine de San Sebastián.

En la cinta, el mundo rural y el urbano coexisten con una suma de imaginarios, conflictos sociales, generacionales e identitarios, urbanísticos y ecológicos que retratan el mundo actual.

Guerín ha presentado este filme, que tiene su origen en un encargo museístico del MACBA para un proyecto expositivo sobre personas desfavorecidas en Barcelona, acompañado del productor Jonás Trueba –de los productores Jonás Trueba de Los Ilusos Film–, y Galle Jones.

Según ha explicado, Vallbona le interpeló «de forma profunda» y tras ese encargo sintió que «necesitaba seguir». «El guion es la herramienta esencial para lograr financiación», ha explicado, para añadir que él «va guionizando por lo que hay que empezar sin nada». «Entiendo de verdad la película cuando tengo algo filmado», ha señalado.

En este sentido, ha confesado que Trueba le «salvó la vida» para poder llevar a cabo este proyecto que le ha llevado «casi dos años y medio». «A Jonás le gusta el cine, el dejó caer que si alguna vez podía echarme un cable», ha explicado sobre cómo pudo sacar adelante esta película tras contactos infructuosos previos con cuatro productoras catalanas.

«Él se dispuso a ayudarme», ha recordado, al tiempo que ha destacado la «capacidad de trabajo» de Trueba y Jones, y sus «miradas respetuosas pero siempre muy sugerentes». «Me he sentido muy acompañado», ha asegurado.

Además, ha señalado que él no distingue entre películas propias y encargos, porque «lo importante es la implicación, cómo apropiarte a través de la mirada» de un tema, y eso es lo que provoca «el deseo» de desarrollar un trabajo.

Guerín ha explicado que un sitio «tan pequeño» como Vallbona «puede contener las grandes metáforas del mundo, la gentrificación, el cambio climático, la inmigración, la especulación inmobiliaria, los conflictos identitarios, la guerra». «Es una caja de resonancia de algo tan contemporáneo, tan amplio», ha reconocido.

En este sentido, ha señalado que lo que le ha movido a hacer esta película es esa «ambición de la universalidad, por minoritaria que sea. «Esa vocación universal, dentro de un territorio tan pequeñito, me provoca el deseo», ha señalado en alusión a este barrio barcelonés que, aunque no recordaba, visitó en 1977 con un amigo, el economista Jordi Catalá.

Entonces, tenía que realizar encuestas para el partido recién legalizado PSUC en barrios del extrarradio de la ciudad condal. «Él me recordó que yo ya había estado allí», ha señalado.

Además, ha precisado que el primer contacto cinematográfico con Vallbona fueron unas grabaciones en Super 8 en blanco y negro, a raíz del encargo del MACBA que incorpora al inicio de ‘Historias del buen valle’, que también busca «visibilizar» este barrio «muy oculto».

«Hay paneles publicitarios en la carretera que casi te imposibilitan verlo, me hizo pensar en la ciudad Potemkin. «Es excitante para un cineastaaquello de visibilizar lo que no se ve», ha confesado.

Preguntado por la ‘identidad’ del pueblo, Guerín ha señalado que le preocupa «un montón», tanto a nivel local como global, debido a la «amenaza de la violencia de los nacionalismos e imperialisos actuales que se cierne sobre el mundo, y cómo ello puede afectar a mis personajes».

Según ha manifestado, el nacionalismo entiende la identidad «como algo estático, a momificar, que según los intereses se sitúa en un momento u otro», pero para el cineasta «la identidad no se puede estratificar, está viva, en movimiento siempre, se está construyendo».

En este contexto ha señalado que le gusta la expresión ‘work in progress’ (‘trabajo en progreso’, en inglés) de la que se sirve en la película, como referencia de «un barrio en construcción de una nueva identidad en la que se solapan las memorias de los payeses más originarios, los imaginarios de los inmigrantes que llegaron del sur y los que llegan en el siglo XXI con una nueva lógica global».

Así, ha destacado que Vallbona es «una suma de memorias», pero también «ausencia de memoria» de sus nuevos vecinos. Según ha detallado, a la hora de rodar ha intentado que los encuadres «fueran a favor de esos imaginarios diversos».

En este sentido, ha explicado que el conocimiento de los protagonistas del filme, vecinos del barrio, le ha ido «dictando las directrices estéticas», en las que están presentes «la yuxtaposición de imaginarios».

«Era muy difícil ver las imágenes de este barrio sin tener en cuenta a quienes lo miran», ha indicado, para añadir que, a veces, «las cosas no se dejan ver si no es penetrando a través de ciertas miradas».

Respecto al casting, ha explicado que se presentaron muchos vecinos de la zona y, tras una primera aproximación, tuvo en cuenta «cómo definían la imagen humana del barrio», del que quería dar una visión «justa», porque «ha sido siempre muy maltratado» y que, además, representara «problemáticas» reales del mimo, «como el desahucio».

Por otro lado, Guerín ha reconocido que como cineasta tiene «una limitación», que únicamente sabe filmar «a través del afecto». «No sería capaz de filmar a mi enemigo, busco formas de señalar la monstruosidad pero no sería capaz de filmar a mi enemigo», ha explicado. Así, ha confesado que «no podría hacer una película sobre Pinochet o Trump».

Para este cineasta, «hacer cine es una manera de tender puentes y crear relaciones». «Solo lo concibo así», ha incidido, al tiempo que ha señalado que para él el cine es «artesanía pura». Por su parte, Trueba ha reconocido que poder «acompañar de una manera muy humilde» a Guerín en este proyecto «es un honor». «Creo que se lo debíamos yo y muchos cineastas de mi generación», ha finalizado.

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