Expertos piden reforzar la resiliencia en cuencas mediterráneas por su respuesta «muy ràpida ante lluvias intensas»

Publicado 28 Oct 2025 10:08

· Fuente: Europa Press

VALÈNCIA, 28 Oct. –

La Cátedra de Cambio Climático UPV-GVA destaca la necesidad de «reforzar la resiliencia en cuencas mediterráneas ante eventos extremos», ya que estas voces expertas señalan que presentan «patrones de flujo altamente complejos, con una respuesta muy rápida ante lluvias intensas».

La cátedra ha celebrado la mesa redonda «La riada del 29/10/24 en València: lecciones aprendidas para mejorar la resiliencia frente a eventos extremos», en la que expertos en meteorología, hidrología, ordenación del territorio y gestión de emergencias analizaron conjuntamente este episodio.

Los especialistas señalaron que las cuencas de carácter mediterráneo presentan patrones de flujo «altamente complejos, con una respuesta muy rápida ante lluvias intensas». «Lo determinante no es solo cuánto llueve, sino dónde y cómo impacta esa lluvia en el territorio», manifestaron durante sus intervenciones.

Moderada por Félix Francés, profesor de la UPV e investigador del IIAMA, la mesa estuvo compuesta por Jorge Tamayo (Aemet-CV), Fuensanta Artés (Generalitat Valenciana), Francisco Vallés (IIAMA-UPV), Teodoro Estrela (CHJ) y Francisca Segura (Universitat de Valéncia).

Durante la jornada, se expusieron resultados de estudios recientes que estiman que el caudal de la cuenca del Poyo alcanzó velocidades máximas de hasta 8 m/s en el cruce con la A-3, en un tramo reducido hasta aguas abajo.

«Ese nivel de energía del flujo hace que cualquier infraestructura o elemento en su trayectoria sea extremadamente vulnerable. Todo ello evidencia la necesidad de adaptar sistemas de gestión y planificación a este comportamiento hidrológico», señalaron los participantes.

También se abordó la complejidad de prever fenómenos meteorológicos extremos asociados a las danas. «La atmósfera mediterránea es muy variable y no siempre permite anticipar con precisión la localización de los mayores impactos», se expuso en relación con este episodio.

Ante ello, se insistió en reforzar los sistemas de vigilancia en tiempo real y mejorar la comunicación del riesgo a los organismos de gestión y a la población, favoreciendo una toma de decisiones «más rápida y eficaz».

Los especialistas destacaron que la gestión del riesgo debe centrarse en reducir los impactos sobre la ciudadanía. Se subrayó la relevancia de respetar la geomorfología natural de los cauces y barrancos, evitando usos del suelo que incrementen la vulnerabilidad y manteniendo cartografías de peligrosidad actualizadas.

«El territorio nos dice dónde puede haber problemas; debemos escucharlo antes de que se produzcan», se insistió durante la mesa.

Asimismo, se incidió en la conveniencia de avanzar hacia una gestión coordinada e integral de los episodios de inundación, integrando modelos de predicción meteorológica e hidráulica con la respuesta operativa de protección civil. Según los participantes, la resiliencia del territorio se fortalece mediante soluciones multidisciplinares, como la preservación de zonas de laminación y esponjamiento natural, y la adaptación de soluciones a las particularidades de cada cuenca.

También se puso en valor como elementos clave la formación e información de la población sobre las inundaciones, el tratamiento y adaptación de los avisos y alertas, y la coordinación entre instituciones en la solución de los problemas.

La jornada fue inaugurada por José E. Capilla, rector de la UPV; Cristina Vicent, en representación de la Generalitat Valenciana; Luis Pallarés, director de la Etsiccp; y Manuel Pulido, director de la Cátedra de Cambio Climático.

Durante la apertura se trasladó el compromiso institucional con la generación de conocimiento aplicado que contribuya a mejorar la seguridad y el bienestar de la ciudadanía frente a los efectos del cambio climático.

Por ello, destacaron la necesidad de avanzar en el aprendizaje conjunto entre investigadores, gestores y responsables públicos, con el objetivo de convertir la experiencia de la riada del pasado octubre en una herramienta de prevención, preparación y resiliencia ante futuros eventos extremos.

Por su parte, Manuel Pulido destacó el impacto del cambio climático en la intensificación de fenómenos extremos como el de la riada de hace un año. «Una atmósfera más cálida puede contener más vapor de agua, y un Mediterráneo más cálido intensifica la evaporación y se incrementa la energía disponible en la atmósfera, lo que favorece tormentas más violentas», concluyó el director de la cátedra.

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