Comer es un placer que la mayoría de las personas disfrutan. Sobre todo, cuando no eres tú el que cocina y simplemente degustas el manjar. Puesto que pasarte horas en la cocina haciendo un plato exquisito parece que es demasiado trabajo cuando se tarda tan poco en comerlo. No obstante, hay gente a la que le gusta mucho cocinar y eso no le importa. Sin embargo, siempre hay días en los que apetece menos meterse en la cocina. O, simplemente, te apetece un plato que sabes que no te sale como te gustaría o como le hacen en tu restaurante favorito. Aun así, comer en un restaurante supone una preparación previa para la que muchas veces no tienes tiempo o ganas. Por lo que el gran invento de entregar la comida a domicilio es la solución perfecta para todo esto.

Además, la comida a domicilio no solo soluciona las pocas ganas que tengas de salir de casa, lo ocupado que estés o que sea un plato que no sabes cocinar. Sino que también interviene otro problema, es decir, que no a todo el mundo le gusta lo mismo del mismo sitio. Si vas a un restaurante con una persona celiaca y no hay ninguna opción para ella, no tiene sentido ir. O, si vas a un asador de carne con una persona vegana y no hay ninguna opción para ella… Por mucho que te apetezca lo que hay en estos sitios, no tiene sentido ir. Por tanto, pidiendo comida a domicilio, cada persona puede elegir qué más le apetece. E incluso una misma persona puede elegir el plato principal de un sitio y el postre de otro.